martes, 28 de junio de 2011

Soltando lastre teológico


Curiosamente, Charles Darwin no fue un buen estudiante. Hijo de una familia acomodada, su padre le envió a la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina. Pero él encontraba tediosas aquellas clases, además de sentirse indispuesto ante la visión de la sangre o el sufrimiento humano. Para colmo, era asiduo a fiestas y jornadas de caza. Y para mayor enfado de su padre, Darwin sólo se interesaba por las clases de historia natural, nos cuenta Serrallonga. (Serrallonga, 2010; 26)
Por aquel entonces no existían loa naturalistas. Por otra parte, ser pastor anglicano era una salida casi tan buena como ser médico. Así que nuestro Darwin acabó cursando estudios de teología en el Christ's College de Cambridge por prescripción paterna.
"Paradojas del destino, en Cambridge era aceptado un nuevo estudiante de teología que, décadas más tarde, se atrevería a hacer tambalear los cimientos del creacionismo". (Serrallonga, 2010; 27)
Fueron décadas más tarde porque en Darwin tuvo que darse un periodo de conversión que pudo empezar en las mismas Galápagos. No debió ser fácil elaborar una teoría de la evolución que contradecía la opinión predominante de la sociedad victoriana. Lo que no significa que antes de Darwin (a.D.)[1] no hubieran otras teorías tendentes a demostrar la evolución de las especies. Pero de eso ya hablaremos más adelante.

Lo que interesa remarcar aquí es que la concepción predominante es que la naturaleza era inamovible, que permanecía exactamente igual que en el momento de la Creación. A ese momento se le llegó a poner fecha y hora exacta por el doctor John Lightfoot (1602-1675) quien fue vicerector de la Universidad de Cambridge, precisamente. Las 9:00 horas del 23 de octubre de 4004 a.C. es conocida como la fecha determinada por Lightfoot, pero al parecer éste dijo otra cosa. La cita proviene del libro 'A History of the Warfare of Science with Theology in Christendom' (1896), cuyo autor es de Andrew Dickson White. Si hubiéramos de hacer caso al propio Lightfoot, éste afirmaba en 'The Harmony of the Four Evangelists, among themselves, and with the Old Testament' (1644), que estaban viviendo realmente en el año 5573 después de la Creación, es decir, que ésta habría ocurrido en el 3929 a.C. En una obra anterior, 'A few and new Observations upon the Book of Genesis' (1642), Ligthfoot afirma que Dios habría creado el mundo en un instante, pero a las 12:00 horas de la noche y no a las nueve de la mañana. La cita de las nueve se refiere a la creación del hombre y está contenida en el propio Génesis.

Decía Hitchens que:
"Aunque, pese a sus limitaciones, algunas defensas de la religión son espléndidas (podríamos citar a Pascal) y otras aburridas y absurdas (aquí no podemos evitar citar a C.S. Lewis), ambas modalidades tienen algo en común, y es lo siguiente: la atroz carga de retorcimiento que tienen que soportar. ¡Cuánto esfuerzo hace falta para afirmar lo increíble!". [2]
Y, paradójicamente, el viaje de Darwin a las Galápagos fue como consecuencia de los 'retorcidos' esfuerzos del capitán Robert FitzRoy (1805–1865) para poder seguir afirmando lo increíble ante el imparable avance de la ciencia. Pero FitzRoy merece un capítulo aparte.

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[1] a.D. es otro recurso narrativo de Serrallonga. Se refiere a que la historia de la humanidad tiene un antes y un después fijado en el año 1836, que es cuando Darwin regresa de las Galápagos. Afectaría, pues, a la propia vida del naturalista inglés.
[2] HITCHENS, Christopher. 'Dios no es bueno. Alegato contra la religión'. Debate. Barcelona, 2007


Imagen de un joven Darwin. Proviene de la web de la Universidad Complutense de Madrid: http://www.ucm.es/info/genetica/grupod/Genetica%20evolutiva/Especiacion/darwin-young.jpg

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