miércoles, 17 de agosto de 2011

El desafío de los bípedos


Lo que más nos distingue a los humanos de otras especies es nuestro bipedismo, esto es, la capacidad para andar erguidos sobre las extremidades posteriores. Esta característica es común a todos los homínidos que nos precedieron, incluido el hombre de Neanderthal, pero no a los simios.

Cuando se nos dice que el bipedismo representó una ventaja con la que los homínidos se enfrentaron al medio nos quedamos perplejos. Bueno, al menos a mí me ocurrió, pues si el bosque representaba un refugio frente a los depredadores de la sabana, ¿por qué salir a ella? La respuesta es evidente: la comida escaseaba en el bosque y los homínidos salían a buscarla. Y no es que eso les hizo bípedos, sino que ya lo eran como vimos en 'Una noche con Lucy'.

Al principio, su dieta se limitaba a aprovechar los restos de alguna pieza abatida por otros animales, como los leones o las hienas. Es decir, nuestros antepasados fueron carroñeros antes que cazadores.

Los humanos somos lentos y nuestra visión crepuscular es de las más deficientes. Al andar de pie nuestro centro de equilibrio se eleva y perdemos estabilidad. En terrenos accidentados somos muy torpes. Y, sin embargo, las ventajas que nos proporciona el bipedismo son enormes.

Para empezar, exponemos menos superficie al sol. Sólo nuestra cabeza recibe los rayos directamente, mientras que cualquier cuadrúpedo sufre el efecto de éstos en la mayor parte de su cuerpo. Los humanos transpiramos, además, por todos los poros de nuestra piel. Casi todos los animales lo hacen por el hocico, mayormente. Ésto hace que se agoten y que durante gran parte del día busquen un lugar sombreado donde guarecerse del sol. Sorprendentemente, los humanos podemos seguir andando sin parar durante horas y horas, y días y días.
"Disponer de un cerebro más grande permitía al erectus correr bajo el sol de mediodía, cuando la mayoría de los depredadores buscan la sombra y el agua y se abstienen de cazar". (HARRIS, Marvin. 'Nuestra especie'. Alianza Editorial. Madrid, 2008; 53)
Al sobrarle células al cerebro del Homo erectus, la probabilidad de sufrir daños por el calor disminuía, según la teoría de Fialkowski (Harris; 53).

Si las células individuales del cerebro quedasen dañadas tras una carrera larga a pleno sol, podría producirse desorientación cognoscitiva o una hemorragia cerebral que podría provocar la muerte.

Los homínidos podían perseguir a una pieza durante horas, durante días, hasta agotarla. Dennis Bramble y Daniel Lieberman afirman que los Australopithecus "caminaron durante 2,5 a 3 millones de años sin acabar pareciéndose a los humanos. Andar no lo consiguió, pero correr sí".
"Correr nos hizo humanos". http://www.laflecha.net/canales/ciencia/noticias/200411295
Otra ventaja es que, en posición erguida, nuestro punto de vista se eleva sobre el horizonte. Gracias a ello, aumenta nuestra visión espacial y el control de la información visual que tenemos sobre el medio que nos rodea.

Por último, pero no menos importante, podemos portar armas y utilizar los brazos para defendernos o atacar.

No se suele mencionar una obviedad: que también podemos trasladar la carne obtenida tras una expedición de caza, así como ropa u otros utensilios que aporten ventajas durante la cacería o para hacerse con la carroña.

Y un accesorio fundamental, a mi entender, sería la posibilidad de llevar agua. Utilizando una calabaza vacía, a modo de cantimplora, o algún odre, los homínidos podrían recorrer distancias más largas sin la preocupación de encontrar o no alguna fuente donde saciar la sed. Estoy convencido de que el invento de la cantimplora está directamente relacionado con la expansión de la especie humana por todo el planeta.

Sospecho que Bramble y Lieberman encuentran cierto alivio estético en que los humanos perdiéramos nuestro aspecto simiesco:
"Si la selección natural no hubiera favorecido el correr, aún tendríamos el aspecto de los simios".
Aún así, no se me quita de la cabeza que los etíopes llaman Dinkenesh, que viene a significar "la bella", o simplemente "wonderful", a una Australopithecus afarensi.

En efecto, me refiero a Lucy.



Más información sobre el bipedismo de los Australopithecus afarensis la puedes encontrar aquí: http://prehistorialdia.blogspot.com/2011/02/el-australopithecus-afarensis-tenia-un.html

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