viernes, 29 de julio de 2011

En el orígen ya nos topamos con la polémica


Desde siempre he oído dos versiones sobre el origen del ser humano. La primera era ésta:
"Una vez que había creado las infinitas estrellas, la tierra con sus montañas, mares, bosques y todo tipo de animales, Dios, según la Sagrada Escritura, formó su obra culmen diciendo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos animales se muevan sobre ella»". (Génesis, 1; 27)
La segunda se limitaba a atribuirle a un tal Darwin la afirmación de que nuestros antepasados eran simios, dejando a la imaginación de cada uno que éstos se parecieran más a los gorilas, a los chimpancés o a los orangutanes.

Ambas ideas son falsas.

La primera porque se trata de una fantasía, nada inocente, que pretende situar al hombre, y sólo al hombre, por encima de la naturaleza, y por encima de la mujer también. Justificar el dominio sobre los demás sería la idea clave.

Por lo que se refiere a la segunda, Darwin nunca dijo «que viniéramos del mono». Él se limitó a apuntar hacia el Este de África como posible origen geográfico de los seres humanos. Y acertó. Respecto a los simios se limitó a afirmar que tanto ellos como los humanos tendríamos un ancestro común, pero nuestras especies evolucionaron paralelamente.

La Teoría de la Evolución plantea que los seres humanos no somos diferentes de los animales, lo que contradice a quienes creen que somos una creación divina. Los grupos religiosos más conservadores contemporáneos de Darwin se mostraron muy combativos. A ellos se les sumaban los que defendían la superioridad racial de los blancos sobre el resto de otras razas. Las ideas racistas que desembocaron en los fascismos de los años treinta, tenían su origen el la mentalidad eurocentrista del siglo XIX, muy orgullosa de la Revolución Industrial que estaban llevando a cabo.

La Teoría de la Evolución tuvo una gran transcendencia social, política, religiosa, filosófica y cultural. Como dice mi amigo Arcadi:
"El ser humano dejó de ser un fin de la naturaleza. Dios ya no hacía falta para explicar la vida ni nuestra presencia. La religión perdió su dominio sobre las mentes. La realidad se hacía autónoma y mucho más impresionante y maravillosa de lo que uno podía imaginar. La ciencia nos ha puesto en nuestro lugar. No somos nada especiales. Vivimos en un rincón del universo, en una pequeña galaxia, girando alrededor de una estrella insignificante. Y formamos parte de un proceso casual y no de un proyecto superior".
No es extraño que a Darwin, teólogo de formación, le costara tanto decidirse a publicar su teoría. Cuando lo hizo, en 1854, habían pasado 24 años de su viaje a las Galápagos.

La imagen es una captura del vídeo presentado por Attenborough, que puedes ver en esta entrada: http://pensandoenlasgalapagos.blogspot.com/search?updated-max=2011-07-21T00%3A18%3A00%2B02%3A00&max-results=7

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